martes, 25 de noviembre de 2008

ADIOS A UN MAESTRO, LLAMADO PABLO




Escribe:Pedro N. Castañeda Pardo


Han pasado varios meses, desde que en forma silenciosa se deslizó entre nosotros una infausta noticia… ¡Pablo ha muerto!.
¡No lo pude creer!. Ahora me doy cuenta de su ausencia, al igual que sus hijos, su esposa, sus hermanos, sus alumnos y cuantos lo conocieron.
Pero ¿Quién era Pablo?. Él nació en Pirca. Desde niño conoció la pobreza y siguiendo la ruta que había trazado la familia continuó sus estudios universitarios, para convertirse en formador de hombres. Durante casi veinte años recorrió Chosica, Cajatambo, Oyón y Huaral. Era un maestro dedicado a la enseñanza del Área de Matemática en la Institución Educativa “Alonso de Messías” del pueblo de Pacaraos.
Una enfermedad acabó con sus días. En sus exequias no hubo anuncios gubernamentales, ni el retumbar de cañonazos. Sólo entre los amplios cerros de su tierra natal, se escucharon a la distancia, las nítidas notas de los clarines y el aletear de las palomas que en manso vuelo surcaron el cielo andino, notificando al infinito la partida de un incansable luchador.
Desde entonces, las aulas lucen tristes y solitarias. El camino polvoriento por donde solía recorrer, se ha quedado quieto, como el anuncio de la noche. Los perfumados eucaliptos guardan incrédulos su recuerdo. Sus colegas no dan el brazo a torcer, en el afán de continuar el camino de la unidad, que él trazó.
¡Pablo no ha partido!. Sigue vigente, incólume. Porque la recta que trazó ilumina a sus estudiantes y colegas. El círculo que utilizó para explicar la teoría de conjuntos engloba a todos, como a una sola familia.
Ya no hará más cálculos de porcentajes, raíces cuadradas, suma de lados, productos notables. Pero, seguirá vigente su sonrisa, su manera franca al estrechar la mano, su voz de padre y maestro. Sus consejos continuarán haciendo eco entre los hombres, por mucho tiempo.
Al morir Pablo. Perdí a un amigo, a un paisano, a un colega, y también a mi primo. Sus hijos perdieron a un buen padre y la sociedad a un gran maestro.
¡Descansa en Paz, Pablo Efraín Castañeda Liceta!
PNCP

ME LLAMAN HUARAL

Escribe: Pedro N. Castañeda Pardo

¿Quien soy?, ¿Cómo me llaman?
¿De dónde vengo y a dónde voy?
Muchos, por no decir todos,
Con frecuencia me preguntan.

Os quiero presentarme:
Soy pueblo, distrito y Provincia.
¡Me llaman Huaral
Capital de la agricultura!

Mi hogar está protegido
Por una franja costera,
Un zigzagueante afluente,
Un mar esplendoroso,
Y muchas cumbres andinas.

¡No recuerdo, cuándo llegué!
Pero puedo deciros;
Que ocurrió hace muchos siglos,
Y desde entonces vivo aquí.

Soy fruto de creación divina.
Nací una mañana serena,
Cuando el sol se abría risueño,
El viento a la par, soplaba lento,
Y mis gritos se oyeron desde
Las playas hasta el infinito.

El nativo llegó conmigo,
Trajo su amor por el cultivo,
Y zampoña en mano
Entonó tiernas melodías.

Mis campos producen:
Abundantes naranjas,
Exquisitas mandarinas,
Bosques de manzanas,
Toneladas de papas,
Fanegadas de maíz,
Y pampas de algodón.

Tengo, además conmigo:
Valles repletos de plantas,
Una fauna sorprendente
Y gente trabajadora.

Ayer como hoy, he visto:
Correr a miles de niños
Por las extensas llanuras,
Unos, para recoger pallares
Y otros, las ricas chirimoyas.

A todos cuanto nacieron,
A todos cuanto llegaron,
A todos os he abrigado,
En esta humilde morada,
Que es, y siempre será tuya.

¡Ya no recuerdo a los nativos!
Pero, siento que están conmigo,
Labrando el campo con firmeza,
Quizás, como aquella mañana,
Cuando pegué un grito de libertad.

Tampoco recuerdo, cuántos
Han pasado por mi mesa.
A todos sin distingo he atendido,
Y si Dios me permite vida,
A todos seguiré abrazando.

Mis cansadas extremidades,
Recorren los amplios caminos.
Mis pulmones todavía respiran,
Aire puro en las quietas avenidas.
Mis ojos se entretienen
Contemplando el paisaje,
Recordando un día lejano
Que quizás nunca volverá.

Al escuchar a los tractores
Removiendo la tierra,
Mis oídos rejuvenecen, y
Mi corazón late con agrado.

¡No he cambiado mucho,
Pero estoy envejeciendo!.
Ahora que ya saben, quien soy,
¡Os pido que me ayuden!.
¡Que cuiden todo lo que tengo!
¡Para tener un final feliz,
Tanto ustedes, como yo!

CREENCIAS DEL VALLE DE HUARAL

EL BÚHO O TUKU
Escribe: Pedro N. Castañeda Pardo
El Buho o tuku es un ave nocturna, de color marrón oscuro y plumaje abundante, cuyo canto está relacionado con la muerte. Los pobladores de la sierra de Huaral, lo conocen como mal agüero. En algunos lugares lo llaman Tuku, tuco, o simplemente búho.
Su presencia y canto quita la tranquilidad de la población. Sus coplas nocturnas estremecen a la gente.
Agazapado entre las ramas de los árboles en plena noche ensaya su desgarrador canto: ¡Tukúuu, tukúuu, tukúuuu...! insiste una y varias veces, modulando sus sollozos en la oscuridad.
Por último, con un aleteo suave, como si se tratara del viento, ingresa al pueblo para insistir con su canto lastimero.
Apoyado sobre alguna cubierta o esquina, próximo a la casa del escogido, canta nuevamente ¡tukúuu, tukúuu, tukúuuu...! sentenciando al enfermo o anciano, que pronto partirá al otro mundo.
¡Tukúuu, tukúuu, tukúuu...! una vez más porfía con su copla mal agüera, asustando a todo el pueblo.
Por esta razón, los pobladores apenas escuchan su mensaje, tratan de espantarlo, para evitar, que su efecto negativo se expanda.
Luego, entre aleteos esforzados, bajo la sombra de la oscuridad levanta vuelo y se pierde con rumbo desconocido. Pero de todas maneras, con su canto habrá dejado su maldición. Llenando de congoja, a los familiares del enfermo o anciano, que muchas veces, por cuestiones económicas no pueden llevar a sus enfermos hacia los hospitales de las grandes ciudades para que reciban atenciones médicas.
Al día siguiente, la gente comenta con ahogo y dolor, la efectividad que tienen estos animales para presagiar la desgracia e infortunio.
-¿Compadre, escuchaste el canto del tuku?- se preguntan-
-¿Quién estará enfermo?-insisten otros-
Pronto dan con la casa maldecida, y la noticia recorre el pueblo.
No bien pasan los días, sobreviene la muerte del escogido. Demostrando la consistencia del anuncio del búho, más conocido, como tuku mal agüero.
Así, se ha propagado esta creencia de una generación a otra. Hoy, como antes en la gran mayoría de los pueblos se sigue creyendo en su resultado infalible.
PNCP