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Autor: Pedro N. Castañeda Pardo
Ayer en sueños pude verte,
Estabas linda como siempre;
Y con tu sonrisa de niña,
Envolvías todo mi recuerdo.
Ibas por el perfumado valle, y
Cruzabas el jardín de mi niñez.
Entre las trovas de las avecillas,
Y el movimiento de las ramas,
Escuchaba tu voz a la distancia,
Quise tocarte y no pude.
Me miraste como siempre.
Te parecías a la luna, y
A una perfecta diosa.
Tu sonrisa agradable,
Se mezcló con mi alma, y
Tu cuerpo delicado,
Se aproximó al mío.
Pretendí darte un mensaje,
Y tú presurosa caminaste;
Pasaste como el viento, y
En la penumbra te perdiste.
Desperté, y ya no habían flores,
Ni el perfume de mi sueño.
Por eso, te seguiré buscando.
Aunque estés muy lejos,
Llegaré hacia ti.
Te diré lo mucho que te quiero.
¡Entonces moriré!
¡Sí, sucumbiré!
Sabiendo que te tuve cerca.
Que pude respirar tu aliento,
Y gozar de tu sonrisa,
Recordando que un día no lejano,
Decías quererme para siempre.
Tal vez una gota de lágrima,
Brote por mi mejilla,
Como el último suspiro,
De haberte querido tanto,
Porque, incluso, en mi sepulcro
¡Te seguiré amando!
Cuando tú vuelvas,
Por el azar del destino,
Hallarás el jardín de mi ilusión,
Muriéndose de amor;
¡Pero, ya no me encontrarás!
Florecerán tal vez las flores blancas,
Alumbrará el fulgor de las estrellas,
Caminarás como el viento,
Y encontrarás nuestros pasos,
Que un día anduvimos juntos,
¡Pero será tarde, ya no me verás!
PNCP.
Ayer en sueños pude verte,
Estabas linda como siempre;
Y con tu sonrisa de niña,
Envolvías todo mi recuerdo.
Ibas por el perfumado valle, y
Cruzabas el jardín de mi niñez.
Entre las trovas de las avecillas,
Y el movimiento de las ramas,
Escuchaba tu voz a la distancia,
Quise tocarte y no pude.
Me miraste como siempre.
Te parecías a la luna, y
A una perfecta diosa.
Tu sonrisa agradable,
Se mezcló con mi alma, y
Tu cuerpo delicado,
Se aproximó al mío.
Pretendí darte un mensaje,
Y tú presurosa caminaste;
Pasaste como el viento, y
En la penumbra te perdiste.
Desperté, y ya no habían flores,
Ni el perfume de mi sueño.
Por eso, te seguiré buscando.
Aunque estés muy lejos,
Llegaré hacia ti.
Te diré lo mucho que te quiero.
¡Entonces moriré!
¡Sí, sucumbiré!
Sabiendo que te tuve cerca.
Que pude respirar tu aliento,
Y gozar de tu sonrisa,
Recordando que un día no lejano,
Decías quererme para siempre.
Tal vez una gota de lágrima,
Brote por mi mejilla,
Como el último suspiro,
De haberte querido tanto,
Porque, incluso, en mi sepulcro
¡Te seguiré amando!
Cuando tú vuelvas,
Por el azar del destino,
Hallarás el jardín de mi ilusión,
Muriéndose de amor;
¡Pero, ya no me encontrarás!
Florecerán tal vez las flores blancas,
Alumbrará el fulgor de las estrellas,
Caminarás como el viento,
Y encontrarás nuestros pasos,
Que un día anduvimos juntos,
¡Pero será tarde, ya no me verás!
PNCP.