LA CAMPANA
Leyenda
Autor: Pedro N. Castañeda Pardo
En tiempos coloniales los pobladores de la Comunidad “San Pedro” de Pállac, del distrito de Atavillos Bajo, durante los meses de febrero y marzo, (época de abundante lluvia) acostumbraban bajar al fundo de Chupanka, ubicado en proximidades al pueblo de Huayopampa, para realizar la siembra del maíz. Esta actividad agrícola ha sido y es habitual en casi la mayoría de pueblos ubicados en las zonas alto andinas de Huaral.
En aquel tiempo, mientras los veteranos de Pállac realizaban el sembrío del maíz en Chupanka, los niños pernoctaban con los más ancianos en el pueblo, distante a unas dos horas de camino cuesta arriba desde dicho fundo.
En efecto, cuando el pueblo descansaba, con una apacible tranquilidad, una noche hizo su aparición el león. Este era un animal enorme, cuya cabeza estaba bordeada con una larga melena, y en cada rugido mostraba sus filudos dientes y fuertes uñas, y que al desplazarse movía su larga cola que terminada en un fleco de cerdas. Su figura en la oscuridad daba miedo, pues algunos niños creyeron que se trataba del demonio.
¡Grrrraauuuuu!, ¡Grrrraauuuuu! rugía el león, retumbando las solitarias calles del pueblo, sembrando pánico. Se trataba de un indomable macho!, que rasgaba el suelo, elevando la tierra por los aires en la oscuridad.
¡El grito ensordecedor del felino, despertó a los pocos moradores!.
Los niños tiritaban de miedo, al igual que los ancianos. Seguidamente, el felino se perdió ante la atónita mirada de los curiosos, ocultándose próximo a la torre donde se hallaba la campana.
¡Grrrrrraauuuuu!, ¡Grrrraauuuuu!, se escuchaba a lo lejos, cuando rugía buscando alguna presa!.
En eso, el felino, se topó con el lazo húmedo hecho de cuero de vaca que sujetaba a la campana desde suelo hacia la torre. ¡Su olor a carne, lo excitó!. Era tanto su hambre, que trató de comerse el lazo que servía para repicar la campana y alertar a los moradores para las faenas comunales; así como, para prevenir de algunos peligros que podrían presentarse en la localidad.
El lazo al estar en contacto con la lluvia se había humedecido, razón por la que desprendía un olor a carne. Ese hedor fue detectado por los poderosos olfatos del felino, quien abandonando su escondite, vino desde sitios lejanos, para saciar su hambre en el pueblo de Pallak.
Una vez en el pueblo, el león descubrió, que cuando rozaba el lazo, la campana sonaba. Inicialmente lo asustó. Pero se dio cuenta, que los niños y ancianos al escuchar el tañer de la campana salían de sus casas directamente a la plaza. Los pocos moradores, en su mayoría niños, salieron creyendo que se trataba de cierta emergencia comunal o algún llamado de las autoridades principales del pueblo.
¡Pero grande fue la sorpresa!. ¡El león empezó a atacarlos y a comérselos.
Así, el león, ante el éxito para saciar su hambre, repitió muchas veces esta estrategia, y casi acabó con los habitantes del hermoso pueblo de Pállac.
Cuando los campesinos retornaron del maizal de Chupanka, después de casi quince días, se dieron con la sorpresa que el león se había comido casi a todos los niños. Solamente, algunos que permanecieron escondidos explicaron, que cuando repiqueteaban la campana, los pobladores, en su mayoría niños, salían; pero, insólitamente todos fueron devorados por la fiera.
Los comuneros, una vez enterados de la ingrata noticia, furibundos buscaron al asesino durante días y noches para darle su merecido. Pero, todo fue en vano.
A consecuencia de esta desgracia, este pueblo no ha podido aumentar su población, que en estos tiempos bordea solamente unos treinta comuneros.
LITERATURA HUARALINA
Espacio que sirve como tribuna para dar a conocer la producción literaria de los hijos de la provincia de Huaral.
viernes, 30 de septiembre de 2011
Jorge Montalvo Cortés: Poeta y escritor huaralino
BIOGRAFIA Y OBRAS
Jorge Montalvo Cortés, nació el 4 de diciembre de 1901 en la villa de Chancay o villa de Arnedo. Desde sus años de infancia se trasladó con sus padres a Palpa. Luego a Huaral.
Su educación primaria lo realizó en el Centro Escolar de varones Nº 414, donde su maestra, la señorita María Muñoz le inculcó las primeras letras. Sus estudios secundarios en el Colegio Nacional “Nuestra Señora de Guadalupe” de Lima, y superior en la Universidad “San Martín de Porres”, graduándose de profesor en la especialidad de Teatro Escolar.
Trabajó como docente de la nocturna, en una escuelita que funcionaba en la campiña “Los naturales” de Huaral. Años más tarde, logró trabajar como profesor en el Centro Escolar de varones Nº 414, donde inicialmente se formara.
Fue un predestinado en las letras. Asumió roles de poeta, escritor y periodista. Fundó el periódico “El Escolar” vocero del plantel de sus primeras letras.
El 14 de julio del año 1931, contrajo matrimonio con su amada Eutropia Ossio Ojeda, quien desde adolescente fuera una de sus principales actrices de sus dramas y comedias.
Dentro de sus obras cumbres resalta “Álbum de Oro Huaralino”, que es un compendio de crónicas, poemas y narraciones del maestro Montalvo. Su vasta producción literaria lo ha consagrado como el patriarca de las letras huaralinas. Falleció el 9 de enero de 1983.
Jorge Montalvo Cortés, nació el 4 de diciembre de 1901 en la villa de Chancay o villa de Arnedo. Desde sus años de infancia se trasladó con sus padres a Palpa. Luego a Huaral.
Su educación primaria lo realizó en el Centro Escolar de varones Nº 414, donde su maestra, la señorita María Muñoz le inculcó las primeras letras. Sus estudios secundarios en el Colegio Nacional “Nuestra Señora de Guadalupe” de Lima, y superior en la Universidad “San Martín de Porres”, graduándose de profesor en la especialidad de Teatro Escolar.
Trabajó como docente de la nocturna, en una escuelita que funcionaba en la campiña “Los naturales” de Huaral. Años más tarde, logró trabajar como profesor en el Centro Escolar de varones Nº 414, donde inicialmente se formara.
Fue un predestinado en las letras. Asumió roles de poeta, escritor y periodista. Fundó el periódico “El Escolar” vocero del plantel de sus primeras letras.
El 14 de julio del año 1931, contrajo matrimonio con su amada Eutropia Ossio Ojeda, quien desde adolescente fuera una de sus principales actrices de sus dramas y comedias.
Dentro de sus obras cumbres resalta “Álbum de Oro Huaralino”, que es un compendio de crónicas, poemas y narraciones del maestro Montalvo. Su vasta producción literaria lo ha consagrado como el patriarca de las letras huaralinas. Falleció el 9 de enero de 1983.
BESOS QUE NO DI
Poema
Jorge Montalvo Cortés .
Guardo aún el cáliz de mil alma,
alguna gotas de precioso néctar;
algo, que bien guardaré como un tesoro,
que los placeres locos no escanciaron,
que el fuego ardiente del dolor inmenso.
Algo más puro que el rocío tierno,
que la rosa en botón
que la azucena;
más dulce que la miel de las abejas,
algo que la amargura de la vida no pudo acibarar.
Guardo con avaricia ese tesoro
que a un ángel prometí;
que aunque yo muera sin haber cumplido,
allá el cielo entregaré rendido;
son los besos de esposo que no di.
miércoles, 11 de febrero de 2009
SUEÑOS
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Autor: Pedro N. Castañeda Pardo
Ayer en sueños pude verte,
Estabas linda como siempre;
Y con tu sonrisa de niña,
Envolvías todo mi recuerdo.
Ibas por el perfumado valle, y
Cruzabas el jardín de mi niñez.
Entre las trovas de las avecillas,
Y el movimiento de las ramas,
Escuchaba tu voz a la distancia,
Quise tocarte y no pude.
Me miraste como siempre.
Te parecías a la luna, y
A una perfecta diosa.
Tu sonrisa agradable,
Se mezcló con mi alma, y
Tu cuerpo delicado,
Se aproximó al mío.
Pretendí darte un mensaje,
Y tú presurosa caminaste;
Pasaste como el viento, y
En la penumbra te perdiste.
Desperté, y ya no habían flores,
Ni el perfume de mi sueño.
Por eso, te seguiré buscando.
Aunque estés muy lejos,
Llegaré hacia ti.
Te diré lo mucho que te quiero.
¡Entonces moriré!
¡Sí, sucumbiré!
Sabiendo que te tuve cerca.
Que pude respirar tu aliento,
Y gozar de tu sonrisa,
Recordando que un día no lejano,
Decías quererme para siempre.
Tal vez una gota de lágrima,
Brote por mi mejilla,
Como el último suspiro,
De haberte querido tanto,
Porque, incluso, en mi sepulcro
¡Te seguiré amando!
Cuando tú vuelvas,
Por el azar del destino,
Hallarás el jardín de mi ilusión,
Muriéndose de amor;
¡Pero, ya no me encontrarás!
Florecerán tal vez las flores blancas,
Alumbrará el fulgor de las estrellas,
Caminarás como el viento,
Y encontrarás nuestros pasos,
Que un día anduvimos juntos,
¡Pero será tarde, ya no me verás!
PNCP.
Ayer en sueños pude verte,
Estabas linda como siempre;
Y con tu sonrisa de niña,
Envolvías todo mi recuerdo.
Ibas por el perfumado valle, y
Cruzabas el jardín de mi niñez.
Entre las trovas de las avecillas,
Y el movimiento de las ramas,
Escuchaba tu voz a la distancia,
Quise tocarte y no pude.
Me miraste como siempre.
Te parecías a la luna, y
A una perfecta diosa.
Tu sonrisa agradable,
Se mezcló con mi alma, y
Tu cuerpo delicado,
Se aproximó al mío.
Pretendí darte un mensaje,
Y tú presurosa caminaste;
Pasaste como el viento, y
En la penumbra te perdiste.
Desperté, y ya no habían flores,
Ni el perfume de mi sueño.
Por eso, te seguiré buscando.
Aunque estés muy lejos,
Llegaré hacia ti.
Te diré lo mucho que te quiero.
¡Entonces moriré!
¡Sí, sucumbiré!
Sabiendo que te tuve cerca.
Que pude respirar tu aliento,
Y gozar de tu sonrisa,
Recordando que un día no lejano,
Decías quererme para siempre.
Tal vez una gota de lágrima,
Brote por mi mejilla,
Como el último suspiro,
De haberte querido tanto,
Porque, incluso, en mi sepulcro
¡Te seguiré amando!
Cuando tú vuelvas,
Por el azar del destino,
Hallarás el jardín de mi ilusión,
Muriéndose de amor;
¡Pero, ya no me encontrarás!
Florecerán tal vez las flores blancas,
Alumbrará el fulgor de las estrellas,
Caminarás como el viento,
Y encontrarás nuestros pasos,
Que un día anduvimos juntos,
¡Pero será tarde, ya no me verás!
PNCP.
miércoles, 3 de diciembre de 2008
LA FLOR DE LA CANTUTA EN HUARAL
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Escribe: Pedro N. Castañeda Pardo.
Hablar del GANTU, QHANTU o simplemente de la hermosa flor de la CANTUTA, es remontarse al Perú andino de los Incas y pre -incas. Es traer al presente, a ese mundo mágico donde la ecología no era un curso obligatorio para sus habitantes.
En el valle de Huaral, hoy se le puede encontrar, adornando los terrenos de cultivo, acequias y terrenos eriazos (donde hay humedad) de las diversas Comunidades Campesinas de los distritos de: Santa Cruz de Andamarca, Pacaraos, Atavillos Bajo, Atavillos Alto. Es común, también, encontrarlos próximos a los restos arqueológicos preincas del valle de Huaral.
Pero, no solo existe en el color rojo, como se muestra en la foto; sino, que (hasta donde he indagado) en este valle existen, también, el color blanco, amarillo y otro chispeado (entre rojo y morado).
La presencia del GANTU, QHANTU O CANTUTA, demuestra que los pobladores andinos de este valle, desde épocas prehispánicas admiraron a esta excepcional planta de hojas pequeñas y flor esplendorosa. En otras regiones del Perú la consideraron sagrada y no es para menos.
Como huaralino, me siento orgulloso de que esta hermosa flor, aún exista en los pueblos andinos de este prominente valle.
Desde esta tribuna os pido a las autoridades, docentes, estudiantes y pobladores que nos ayuden en su difusión y en breve, iniciar una campaña de reforestación de esta hermosa, genial y extraordinaria planta.
Al contemplar cada flor del GANTU, QHANTU O CANTUTA, simplemente me imagino a los ojos de mis abuelos contemplándola y disfrutando de su aroma. Quiero también, que las futuras generaciones se deleiten con su belleza.
PNCP
martes, 25 de noviembre de 2008
ADIOS A UN MAESTRO, LLAMADO PABLO
Escribe:Pedro N. Castañeda Pardo
Han pasado varios meses, desde que en forma silenciosa se deslizó entre nosotros una infausta noticia… ¡Pablo ha muerto!.
¡No lo pude creer!. Ahora me doy cuenta de su ausencia, al igual que sus hijos, su esposa, sus hermanos, sus alumnos y cuantos lo conocieron.
Pero ¿Quién era Pablo?. Él nació en Pirca. Desde niño conoció la pobreza y siguiendo la ruta que había trazado la familia continuó sus estudios universitarios, para convertirse en formador de hombres. Durante casi veinte años recorrió Chosica, Cajatambo, Oyón y Huaral. Era un maestro dedicado a la enseñanza del Área de Matemática en la Institución Educativa “Alonso de Messías” del pueblo de Pacaraos.
Una enfermedad acabó con sus días. En sus exequias no hubo anuncios gubernamentales, ni el retumbar de cañonazos. Sólo entre los amplios cerros de su tierra natal, se escucharon a la distancia, las nítidas notas de los clarines y el aletear de las palomas que en manso vuelo surcaron el cielo andino, notificando al infinito la partida de un incansable luchador.
Desde entonces, las aulas lucen tristes y solitarias. El camino polvoriento por donde solía recorrer, se ha quedado quieto, como el anuncio de la noche. Los perfumados eucaliptos guardan incrédulos su recuerdo. Sus colegas no dan el brazo a torcer, en el afán de continuar el camino de la unidad, que él trazó.
¡Pablo no ha partido!. Sigue vigente, incólume. Porque la recta que trazó ilumina a sus estudiantes y colegas. El círculo que utilizó para explicar la teoría de conjuntos engloba a todos, como a una sola familia.
Ya no hará más cálculos de porcentajes, raíces cuadradas, suma de lados, productos notables. Pero, seguirá vigente su sonrisa, su manera franca al estrechar la mano, su voz de padre y maestro. Sus consejos continuarán haciendo eco entre los hombres, por mucho tiempo.
Al morir Pablo. Perdí a un amigo, a un paisano, a un colega, y también a mi primo. Sus hijos perdieron a un buen padre y la sociedad a un gran maestro.
¡Descansa en Paz, Pablo Efraín Castañeda Liceta!
PNCP
¡No lo pude creer!. Ahora me doy cuenta de su ausencia, al igual que sus hijos, su esposa, sus hermanos, sus alumnos y cuantos lo conocieron.
Pero ¿Quién era Pablo?. Él nació en Pirca. Desde niño conoció la pobreza y siguiendo la ruta que había trazado la familia continuó sus estudios universitarios, para convertirse en formador de hombres. Durante casi veinte años recorrió Chosica, Cajatambo, Oyón y Huaral. Era un maestro dedicado a la enseñanza del Área de Matemática en la Institución Educativa “Alonso de Messías” del pueblo de Pacaraos.
Una enfermedad acabó con sus días. En sus exequias no hubo anuncios gubernamentales, ni el retumbar de cañonazos. Sólo entre los amplios cerros de su tierra natal, se escucharon a la distancia, las nítidas notas de los clarines y el aletear de las palomas que en manso vuelo surcaron el cielo andino, notificando al infinito la partida de un incansable luchador.
Desde entonces, las aulas lucen tristes y solitarias. El camino polvoriento por donde solía recorrer, se ha quedado quieto, como el anuncio de la noche. Los perfumados eucaliptos guardan incrédulos su recuerdo. Sus colegas no dan el brazo a torcer, en el afán de continuar el camino de la unidad, que él trazó.
¡Pablo no ha partido!. Sigue vigente, incólume. Porque la recta que trazó ilumina a sus estudiantes y colegas. El círculo que utilizó para explicar la teoría de conjuntos engloba a todos, como a una sola familia.
Ya no hará más cálculos de porcentajes, raíces cuadradas, suma de lados, productos notables. Pero, seguirá vigente su sonrisa, su manera franca al estrechar la mano, su voz de padre y maestro. Sus consejos continuarán haciendo eco entre los hombres, por mucho tiempo.
Al morir Pablo. Perdí a un amigo, a un paisano, a un colega, y también a mi primo. Sus hijos perdieron a un buen padre y la sociedad a un gran maestro.
¡Descansa en Paz, Pablo Efraín Castañeda Liceta!
PNCP
ME LLAMAN HUARAL
Escribe: Pedro N. Castañeda Pardo
¿Quien soy?, ¿Cómo me llaman?
¿De dónde vengo y a dónde voy?
Muchos, por no decir todos,
Con frecuencia me preguntan.
Os quiero presentarme:
Soy pueblo, distrito y Provincia.
¡Me llaman Huaral
Capital de la agricultura!
Mi hogar está protegido
Por una franja costera,
Un zigzagueante afluente,
Un mar esplendoroso,
Y muchas cumbres andinas.
¡No recuerdo, cuándo llegué!
Pero puedo deciros;
Que ocurrió hace muchos siglos,
Y desde entonces vivo aquí.
Soy fruto de creación divina.
Nací una mañana serena,
Cuando el sol se abría risueño,
El viento a la par, soplaba lento,
Y mis gritos se oyeron desde
Las playas hasta el infinito.
El nativo llegó conmigo,
Trajo su amor por el cultivo,
Y zampoña en mano
Entonó tiernas melodías.
Mis campos producen:
Abundantes naranjas,
Exquisitas mandarinas,
Bosques de manzanas,
Toneladas de papas,
Fanegadas de maíz,
Y pampas de algodón.
Tengo, además conmigo:
Valles repletos de plantas,
Una fauna sorprendente
Y gente trabajadora.
Ayer como hoy, he visto:
Correr a miles de niños
Por las extensas llanuras,
Unos, para recoger pallares
Y otros, las ricas chirimoyas.
A todos cuanto nacieron,
A todos cuanto llegaron,
A todos os he abrigado,
En esta humilde morada,
Que es, y siempre será tuya.
¡Ya no recuerdo a los nativos!
Pero, siento que están conmigo,
Labrando el campo con firmeza,
Quizás, como aquella mañana,
Cuando pegué un grito de libertad.
Tampoco recuerdo, cuántos
Han pasado por mi mesa.
A todos sin distingo he atendido,
Y si Dios me permite vida,
A todos seguiré abrazando.
Mis cansadas extremidades,
Recorren los amplios caminos.
Mis pulmones todavía respiran,
Aire puro en las quietas avenidas.
Mis ojos se entretienen
Contemplando el paisaje,
Recordando un día lejano
Que quizás nunca volverá.
Al escuchar a los tractores
Removiendo la tierra,
Mis oídos rejuvenecen, y
Mi corazón late con agrado.
¡No he cambiado mucho,
Pero estoy envejeciendo!.
Ahora que ya saben, quien soy,
¡Os pido que me ayuden!.
¡Que cuiden todo lo que tengo!
¡Para tener un final feliz,
Tanto ustedes, como yo!
¿De dónde vengo y a dónde voy?
Muchos, por no decir todos,
Con frecuencia me preguntan.
Os quiero presentarme:
Soy pueblo, distrito y Provincia.
¡Me llaman Huaral
Capital de la agricultura!
Mi hogar está protegido
Por una franja costera,
Un zigzagueante afluente,
Un mar esplendoroso,
Y muchas cumbres andinas.
¡No recuerdo, cuándo llegué!
Pero puedo deciros;
Que ocurrió hace muchos siglos,
Y desde entonces vivo aquí.
Soy fruto de creación divina.
Nací una mañana serena,
Cuando el sol se abría risueño,
El viento a la par, soplaba lento,
Y mis gritos se oyeron desde
Las playas hasta el infinito.
El nativo llegó conmigo,
Trajo su amor por el cultivo,
Y zampoña en mano
Entonó tiernas melodías.
Mis campos producen:
Abundantes naranjas,
Exquisitas mandarinas,
Bosques de manzanas,
Toneladas de papas,
Fanegadas de maíz,
Y pampas de algodón.
Tengo, además conmigo:
Valles repletos de plantas,
Una fauna sorprendente
Y gente trabajadora.
Ayer como hoy, he visto:
Correr a miles de niños
Por las extensas llanuras,
Unos, para recoger pallares
Y otros, las ricas chirimoyas.
A todos cuanto nacieron,
A todos cuanto llegaron,
A todos os he abrigado,
En esta humilde morada,
Que es, y siempre será tuya.
¡Ya no recuerdo a los nativos!
Pero, siento que están conmigo,
Labrando el campo con firmeza,
Quizás, como aquella mañana,
Cuando pegué un grito de libertad.
Tampoco recuerdo, cuántos
Han pasado por mi mesa.
A todos sin distingo he atendido,
Y si Dios me permite vida,
A todos seguiré abrazando.
Mis cansadas extremidades,
Recorren los amplios caminos.
Mis pulmones todavía respiran,
Aire puro en las quietas avenidas.
Mis ojos se entretienen
Contemplando el paisaje,
Recordando un día lejano
Que quizás nunca volverá.
Al escuchar a los tractores
Removiendo la tierra,
Mis oídos rejuvenecen, y
Mi corazón late con agrado.
¡No he cambiado mucho,
Pero estoy envejeciendo!.
Ahora que ya saben, quien soy,
¡Os pido que me ayuden!.
¡Que cuiden todo lo que tengo!
¡Para tener un final feliz,
Tanto ustedes, como yo!
CREENCIAS DEL VALLE DE HUARAL
EL BÚHO O TUKU
Escribe: Pedro N. Castañeda Pardo
El Buho o tuku es un ave nocturna, de color marrón oscuro y plumaje abundante, cuyo canto está relacionado con la muerte. Los pobladores de la sierra de Huaral, lo conocen como mal agüero. En algunos lugares lo llaman Tuku, tuco, o simplemente búho.
Su presencia y canto quita la tranquilidad de la población. Sus coplas nocturnas estremecen a la gente.
Agazapado entre las ramas de los árboles en plena noche ensaya su desgarrador canto: ¡Tukúuu, tukúuu, tukúuuu...! insiste una y varias veces, modulando sus sollozos en la oscuridad.
Por último, con un aleteo suave, como si se tratara del viento, ingresa al pueblo para insistir con su canto lastimero.
Apoyado sobre alguna cubierta o esquina, próximo a la casa del escogido, canta nuevamente ¡tukúuu, tukúuu, tukúuuu...! sentenciando al enfermo o anciano, que pronto partirá al otro mundo.
¡Tukúuu, tukúuu, tukúuu...! una vez más porfía con su copla mal agüera, asustando a todo el pueblo.
Por esta razón, los pobladores apenas escuchan su mensaje, tratan de espantarlo, para evitar, que su efecto negativo se expanda.
Luego, entre aleteos esforzados, bajo la sombra de la oscuridad levanta vuelo y se pierde con rumbo desconocido. Pero de todas maneras, con su canto habrá dejado su maldición. Llenando de congoja, a los familiares del enfermo o anciano, que muchas veces, por cuestiones económicas no pueden llevar a sus enfermos hacia los hospitales de las grandes ciudades para que reciban atenciones médicas.
Al día siguiente, la gente comenta con ahogo y dolor, la efectividad que tienen estos animales para presagiar la desgracia e infortunio.
-¿Compadre, escuchaste el canto del tuku?- se preguntan-
-¿Quién estará enfermo?-insisten otros-
Pronto dan con la casa maldecida, y la noticia recorre el pueblo.
No bien pasan los días, sobreviene la muerte del escogido. Demostrando la consistencia del anuncio del búho, más conocido, como tuku mal agüero.
Así, se ha propagado esta creencia de una generación a otra. Hoy, como antes en la gran mayoría de los pueblos se sigue creyendo en su resultado infalible.
PNCP
El Buho o tuku es un ave nocturna, de color marrón oscuro y plumaje abundante, cuyo canto está relacionado con la muerte. Los pobladores de la sierra de Huaral, lo conocen como mal agüero. En algunos lugares lo llaman Tuku, tuco, o simplemente búho.
Su presencia y canto quita la tranquilidad de la población. Sus coplas nocturnas estremecen a la gente.
Agazapado entre las ramas de los árboles en plena noche ensaya su desgarrador canto: ¡Tukúuu, tukúuu, tukúuuu...! insiste una y varias veces, modulando sus sollozos en la oscuridad.
Por último, con un aleteo suave, como si se tratara del viento, ingresa al pueblo para insistir con su canto lastimero.
Apoyado sobre alguna cubierta o esquina, próximo a la casa del escogido, canta nuevamente ¡tukúuu, tukúuu, tukúuuu...! sentenciando al enfermo o anciano, que pronto partirá al otro mundo.
¡Tukúuu, tukúuu, tukúuu...! una vez más porfía con su copla mal agüera, asustando a todo el pueblo.
Por esta razón, los pobladores apenas escuchan su mensaje, tratan de espantarlo, para evitar, que su efecto negativo se expanda.
Luego, entre aleteos esforzados, bajo la sombra de la oscuridad levanta vuelo y se pierde con rumbo desconocido. Pero de todas maneras, con su canto habrá dejado su maldición. Llenando de congoja, a los familiares del enfermo o anciano, que muchas veces, por cuestiones económicas no pueden llevar a sus enfermos hacia los hospitales de las grandes ciudades para que reciban atenciones médicas.
Al día siguiente, la gente comenta con ahogo y dolor, la efectividad que tienen estos animales para presagiar la desgracia e infortunio.
-¿Compadre, escuchaste el canto del tuku?- se preguntan-
-¿Quién estará enfermo?-insisten otros-
Pronto dan con la casa maldecida, y la noticia recorre el pueblo.
No bien pasan los días, sobreviene la muerte del escogido. Demostrando la consistencia del anuncio del búho, más conocido, como tuku mal agüero.
Así, se ha propagado esta creencia de una generación a otra. Hoy, como antes en la gran mayoría de los pueblos se sigue creyendo en su resultado infalible.
PNCP
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